Con el marco general de cooperación internacional de países productores de alimentos, recibir la visita de representantes de organismos e instituciones gubernamentales de diferentes regiones de globo terrestre fue una grata y fructífera experiencia.
El tema central del encuentro fue y sigue siendo, la auto-producción de alimentos orgánicos, que sea base o, al menos complementaria, de una alimentación para una familia, comunidad, grupo escolar u hospitalario. Sin embargo, a partir de ese argumento fueron apareciendo otros, íntimamente ligados a la palabra huerta: derecho al título de la tierra, autosuficiencia de la producción, comercialización de excedentes, métodos de siembra, entre otros.
Así, preguntas como ¿Desde cuándo Uds. están luchando para obtener el título de las hectáreas que trabajan?, hasta las siguientes: ¿Cómo siembran? ¿Cómo se organizan para comercializar el producto que cosechan? ¿Cómo hacen para enviar a sus hijos a la escuela? ¿Quién les ayudó a arreglar el camino de acceso?, fueron comunes en cada huerta que se visitó.
Las respuestas, a veces desordenadas pero siempre con la claridad de aquellos que responden desde la práctica diaria de lo que hacen, eran recibidas con la atención del visitante que quiere comprender cada detalle.
Mozambiqueños, angoleños, ecuatorianos, guatemaltecos, cubanos, dominicanos, granadinos, comentaban sus impresiones con los pequeños agricultores de la zona de Orán, globalizando la intención de alimentarse con productos orgánicos, frescos y cultivados en huertas propias. Una intención que suena pretensiosa en un mundo que basa su alimentación en productos refinados y elaborados industrialmente que llegan al consumidor después de una larga cadena de modificaciones de su materia prima, a veces no necesarias y con consecuencias no deseadas en la salud de los consumidores.
El discurso común entre visitantes y anfitriones acordaba que la situación dominante en la forma de alimentarse deja afuera de la mesa a muchos y que es necesario, como integrantes de programas nacionales de seguridad alimentaria, llevar adelante el doble propósito de, en primer lugar intercambiar ideas y formas de cultivar orgánico, y segundo, demostrar hacia afuera que es posible producir alimentos orgánicos y llegar directo de la huerta a la mesa de familias y comunidades.
También hubo acuerdo en que es cierto que la producción actual de cultivos de los pequeños productores, campesinos sin título de tierras, familias que viven en barrios periféricos, hospitales y escuelas con huertas, no cotiza en bolsa, y que apenas algunas comunidades venden sus excedentes en el mercado de frutas y hortalizas de Orán; sin embargo, africanos, latinos y centroamericanos también acordaron que “la lucha por la tierra y por trabajarla los ha unido y organizado como comunidad, y esa forma de socialización es un proceso que apoyamos”.
La voz conjunta de “globalicemos la lucha” fue un denominador común durante la travesía del grupo. La lucha es por vencer el hambre de los muchos que quedan afuera de la mesa, aún en zonas que son productoras y exportadoras de alimentos.
El intercambio propuesto y financiado por JICA (Japan International Cooperation Agency (www.jica.go.jp/english) Agencia de Cooperación Internacional de Japón) permitió compartir esa mirada y debatir formas de sembrar y de cosechar con el doble objetivo de satisfacer la necesidad básica de alimentos de la familia del productor y de comercializar el excedente en el mercado local con un producto diferencial por estar libre de inoculantes químicos industriales.
La estadía en Orán mostró que es posible. El afecto y la excelente atención de los compañeros de la AER INTA Orán, la presentación de feriantes, de la experiencia de las organizaciones campesinas de Cnel. Juan Solá (Estación Morillo), se concretó con dos almuerzos, excelentes ambos: vegetariano el día lunes, con hortalizas y manufactura local, y un asado de carne vacuna del chaco salteño el martes.
El almuerzo compartido en el comedor de la EEA Salta el día miércoles también mostró la variedad de vegetales y legumbres locales elaboradas artesanalmente que cubren la cuota energética diaria, dando continuidad y reforzando el tema de conversación excluyente que nos convocaba: la cooperación de los programas nacionales de diferentes naciones para producir alimentos orgánicos en oposición a los alimentos genéticamente modificados. Profundizar el debate del tema, discutir la escala de producción, formas, métodos, rendimientos.
Ya en el tramo final, las opiniones de los visitantes escuchadas en la EEA Salta durante el cierre del programa fueron, obviamente, variadas, sin embargo, el denominador común se centró en el intento de aprender y conocer unos de otros sin límite de tiempo ni de espacio, así, formas de cultivo ancestrales de Cuba se comentaron con técnicas modernas en Angola, métodos antiguos del pueblo guaraní de cultivar banana se comparaba con otro de República Dominicana y Ecuador, mozambiqueños y haitianos discutieron sobre variedades de arroz; y todos, con la pretensión moderna de sistematizar las experiencias para medir el impacto provocado.
Los técnicos del equipo de ProHuerta de la Provincia de Salta están convencidos que estos intercambios siempre son positivos, ya que se logra conocer otras técnicas y métodos de siembra, y sobre todo se disparan nuevas ideas para continuar apoyando el proceso de dar la tierra al que la trabaja.
Téc. Miguel Boasso
ProHuerta Salta
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